Capricho
- David Felipe Arévalo
- 23 may 2020
- 1 Min. de lectura

Cada despedida era una forma de quedarme,
un pretexto, un viejo truco; un capricho absurdo.
Que al final, nunca terminaba por funcionar.
En definitiva, el adiós era vano y funesto.
Era una forma de decirte que no te olvidé.
Una forma de decirte que te esperé.
La manera ideal de darme cuenta,
que eres la utopía que nunca más viviré.
Y si te he dicho todas las palabras; bastan.
Y si te he dicho todas las palabras; sobran.
Y si me falta decirte una, la última,
que sea adiós.
Pero que algo te quede claro, el honor de haber sido el primero nadie me lo quita jamás.
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